Las evidencias de pandemias anteriores a la actual, así como a la detección de otros coronavirus que del reino animal fueron capaces de infectar a seres humanos, alientan la búsqueda de una vacuna total contra el coronavirus y sus múltiples variantes.

La carrera por la pan coronavirus no ha hecho sino comenzar y la verdad es que es una carrera estimulante, pero sobre todo esperanzadora.

Pandemias como la actual resultan dramáticas por el número de fallecidos, afectados y secuelas. Por la completa alteración de los ritmos y estilos de vida. Por la crispación social y el enfrentamiento desatado entre aquellos que se posicionan en el lado de la ciencia, y aquellos otros integrados en el grupo negacionista.

Si la humanidad ha progresado durante cientos de años ha sido gracias al desarrollo y la investigación. La ciencia es la protagonista y principal causa de que, por poner un solo ejemplo, vivamos más y mejor detectando enfermedades, anulando o mitigando sus efectos. Es la responsable de un sinfín de medicamentos y soluciones contra las enfermedades que nos aquejan.

Nadie con sentido común puede negar que el principio de la ciencia radica en las evidencias: en la capacidad de demostrar mediante estudios, ensayos, análisis y pruebas que confirmen, contradigan o nieguen sus supuestos.

La pandemia del coronavirus, ¿la única que viviremos?

La sociedad sensata, la nuestra, no puede perder de vista nunca los anuncios que llegan desde la ciencia y uno de los más esclarecedores y al tiempo preocupantes es que, muy probablemente, como apuntan los expertos, afrontaremos más de una pandemia a lo largo de nuestras vidas.

Es la comunidad científica la que subraya ese “probablemente”, porque continúa estudiando y aprendiendo de la situación actual pero, sobre todo, porque continúan observando y siguiendo la pista, desde hace años, a una serie de sucesos relacionados con los coronavirus que explican muchas cosas hoy.

Si prestamos atención a los antecedentes previos conocidos, como haremos a continuación, entenderemos el por qué algunos científicos vaticinan la irrupción de más pandemias.

No tenemos por qué llevarnos las manos a la cabeza o alarmarnos. Lo que tenemos que hacer es afrontar los problemas y poner todo de nuestra parte para, si no erradicar, sí minimizar los riesgos, porque lo que está claro es que el coronavirus actual, SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19, no es el primer coronavirus que salta de animales a humanos.

La cuestión es, como plantean los científicos, ¿Qué podemos aprender de casos anteriores? ¿La solución es solo la vacuna pan coronavirus?

Lecciones de los coronavirus: más de un siglo entre nosotros

pan-coronavirus-vacuna

Comencemos con la recapitulación. De finales del siglo XIX, en 1889, se tiene la sospecha de que el brote de una enfermedad que provocó una pandemia que dio lugar a la muerte de 1 millón de personas en Asia, fuera a causa de un coronavirus. La enfermedad, que se denominó “gripe rusa”, estaría relacionada con el virus de la influenza que provoca fiebre y fatiga. Evidentemente, sin muestras no existen pruebas concluyentes de lo anterior. Pero ahí queda una primera sospecha sobre la presencia de coronavirus en el mundo de los humanos.

En la década de 1960, se aisló un coronavirus por primera vez, aunque no causara nada más grave que un resfriado común. De hecho, como publica Anthony King (periodista científico independiente con base en Dublin) en la revista New Scientist: “Existen cuatro coronavirus responsables de entre el 20 y el 30 por ciento de los resfriados. […] Los investigadores ahora creen que estos cuatro virus comenzaron a infectar a los humanos en los últimos siglos y, cuando lo hicieron, probablemente provocaron pandemias.”

Los coronavirus, como hemos señalado en este blog otras veces, son una gran familia de virus, probablemente con un papel fundamental en el origen de la vida y que se caracterizan, principalmente, por causar enfermedades en el mundo animal. Aunque detectados, no se les prestó especial atención.

Sin embargo, ya próximos a nuestro periodo, los científicos confirmaron que una epidemia de virus respiratorio agudo severo (SARS) apareció en China en 2002. Cuando se controló esta epidemia, SARS-CoV-1, había afectado a 26 países y sesgado la vida a una de cada diez personas afectadas (8.000 contabilizadas o conocidas en total).

Últimos años y la llegada de la Covid-19

En 2012, un grupo de investigadores descubrió que el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) era en realidad un coronavirus presente en el mundo animal -en camellos concretamente- que, ocasionalmente, era capaz de afectar a las personas.

Ese fue el caso en 2018, cuando se comprobó que un hombre que viajó desde Kuwait a Corea fue diagnosticado de MERS, y que su afección terminó alcanzando a 186 personas de las cuales 38 fallecieron.

Con la aparición del artículo firmado por varios científicos publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), tituladoVirus similar al coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo en murciélagos de herradura chinos”, se ubican los orígenes e investigan los reservorios naturales de estos virus, algunos de los cuales pudieron usar como receptor de entrada en humanos la enzima ACE2, presente en diversos órganos.

Es en 2020, cuando aparecen los primeros informes iniciales de una nueva enfermedad en China. La pandemia avanza inexorablemente por todos los países, afectando a sus poblaciones, y alterando por completo actividades de todo índole a nivel mundial.

Ese mismo año, se confirmó con el estudio publicado por el European Heart Journal, que la enzima ACE2 (presente en pulmones, corazón, riñones, vasos sanguíneos y testículos), constituye, la puerta de entrada al coronavirus: es el receptor perfecto en el que la proteína “S” del coronavirus, una de sus cuatro proteínas estructurales (la proteína S o ‘spike protein’, la proteína E o ‘envelope’, la proteína M o ‘membrane’, y la proteína N o ‘nucleocapsid’), encaja perfectamente, penetrando en la célula e infectándola.

vacuna contra el coronavirus

 

Investigación científica y desarrollo tecnológico grandes aliados contra los coronavirus

Como vemos, tanto las conjeturas en los casos más antiguos de finales del siglo diecinueve (estimaciones en cualquier caso realizadas bajo observación científica, aunque sin pruebas por falta de tejidos a analizar) y los paralelismos entre los casos actuales son bastante claros.

De ahí que podamos deducir que no estamos ante un acontecimiento aislado, sino que muy probablemente se repitan episodios pandémicos durante los próximos años y haya que seguir buscando una nueva vacuna pan coronavirus.

Recapitulando todo lo anterior, y situando el foco en la actualidad, una de las preocupaciones científicas en relación con el coronavirus, es la búsqueda de una vacuna «integral» o pan-vacuna, capaz de mostrar su eficacia frente a las múltiples variantes de coronavirus.

Esta vacuna pan coronavirus es un objetivo claro y en proceso de definición que cuenta con el apoyo de investigadores, desarrolladores de vacunas y distintos organismos, fundaciones y corporaciones (fuentes de financiación de la ciencia).

En septiembre de 2021, subraya el mismo artículo, el National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID) anunció la adjudicación de un premio, una dotación económica, para que tres instituciones académicas puedan comenzar con las investigaciones para el desarrollo de vacunas de protección contra los diferentes tipos de coronavirus.

Pan coronavirus, la vacuna global

Como vemos, los científicos avanzan, quieren abrir nuevas vías para tratar este tipo de infecciones de manera global pues la situación podría repetirse. La búsqueda de esa vacuna es sin duda el reto que asumen nuestros científicos y que todos estamos aguardando con esperanza e ilusión.

Ese conocimiento o hallazgo, esperemos compartido por la comunidad científica en pos de la salud internacional, será vital para afrontar, tanto el desafío presente de la Covid-19 y la ya popular pan coronavirus, como el que supondrían las futuras (y a día de hoy hipotéticas pero plausibles) pandemias que puedan acontecer afectando seriamente a la humanidad.

La otra opción, de la que no hemos hablado pero que también parece quedará de por vida, es la que tiene que ver con la prevención. Es en este terreno donde Microclean asume su responsabilidad, proporcionando soluciones y equipos profesionales para la desinfección microbiológica que ayudan a mantener todo tipo de espacios y superficies biológicamente seguros.

 

 

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